lunes, 30 de noviembre de 2015

Tiramos la casa por la ventana*

* Microcuento surgido a partir de la Propuesta 1 de escritura: "Narra en trescientas palabras (como máximo) una historia en la que algunas de estas frases provoque un desvío inesperado": "Tiramos la casa por la ventana" es la que elegimos.


                            TIRAMOS LA CASA POR LA VENTANA 

     Habitábamos en una casa inmensa, incluso con jardín. Un día la ventana del dormitorio comenzó a tomar otras dimensiones, hasta abarcar la casa entera.
     Entonces tiramos la casa por la ventana.




Velorios, cucuruchos y flores *

* Este diálogo surgió a partir de la propuesta 4 de escritura: En una sala velatoria
Personajes: Doña Julia (viuda solitaria, tranquila), Don José (hombre conquistador y atractivo) y Quique (niño de unos diez años, juguetón y travieso).
Ambiente. Lugar: en un velorio: época: cualquier día; atmósfera: sorpresa y suspense.


VELORIOS, CUCURUCHOS Y FLORES


- ¿Será acá?
- ...¡No sé tía...Yo anoté lo que me dijeron en el celu!
- ¡Dale Quique que vamos a llegar tarde y no vamos a reconocer a la pobre Amalia!
- ¿Quién es Amalia?....¿Podemos ir después a la heladería?
- Sí nene, pero apurate ¡Caminá más rápido!
- Tía...pará que le preguntamos a este hombre...Señor...¿acá están velando a...
- Amalia Fortabat
- Ah, sí, pero...ya se la llevaron...Mucho gusto, José Carlos Ramirez, a su servicio...
- Encantada...¿y esas flores tan lindas? ¿Eran para la difunta?
-Son para una bella dama...como usted...
- ¡Dale tía! ¡Quiero mi helado de dulce de leche!
- ¿Nos acompaña?
- ¡Pero cómo no! ¡Con mucho gusto!



lunes, 16 de noviembre de 2015

Poesía en el aula

Registro N°2-Poesía

Esta actividad la realicé con estudiantes de 3° año de FINES 2 (Secundario para adultos). La característica de este curso es que son 16 mujeres, todas madres, de entre 30 a 45 años.
La actividad consistía en leer algunos poemas de El libro de las preguntas de Pablo Neruda, luego un poema de Camilo Blajaquis (“Desconfianza”) y un poema de Juan Gelman y otro de Cortázar. Todos los poemas usaban la pregunta retórica o la forma interrogativa como recurso para generar sentidos.
La primera consigna de escritura consistía en “contestar” dos preguntas que eligieran de la selección de Neruda.
La segunda consigna era escribir un poema en 5 versos, siguiendo el modelo del poema “Desconfianza” de Camilo Blajaquis.
La experiencia fue muy productiva, las escrituras fueron más que interesantes.
            Me sorprendió sobre todo las producciones de la segunda consigna, ya que este “tono desafiante” que tiene el poema de Blajaquis, era en los poemas de mis estudiantes, dirigido a un “otro” que era sus maridos, en la mayoría de los casos. En los poemas se podía percibir un aire sufrido y un tono violento. (La mayoría de mis alumnas habían sufrido de “violencia de género”. Pude pensar la escritura como una manera de poder expresar todo esto, casi terapéutico).
En la clase siguiente compartí las lecturas de sus producciones y analizamos algunos recursos poéticos como la pregunta retórica, la anáfora, la aliteración, la personificación, etc. Les llevé también recortes con los versos que habían escrito en la actividad 2 por separado, y entre todos los fragmentos -que fuimos pegando en una cartulina- armamos un poema al que titulamos "Ni un verso menos" (Actividad 3, dejo una foto de este nuevo poema debajo). La actividad nos sirvió también para encontrar puntos de coincidencia entre los versos por separado, generando nuevos sentidos. 
            Dejo algunas producciones que surgieron en el primer encuentro:

1)      Consigna de escritura a partir de la lectura de El libro de las preguntas de Pablo Neruda.

XXXI

A quién le puedo preguntar
qué vine a hacer en este mundo?
A Dios

A quién le puedo preguntar
qué vine a hacer en este mundo?
Le preguntaría a Dios
Pero sólo escucharía
el silencio de su voz.

(Claudia Romero)

A quién le puedo preguntar
qué vine a hacer en este mundo?
A mis viejos que no tenían nada mejor que hacer.

A quién le puedo preguntar
qué vine a hacer en este mundo?
El tiempo y el destino se encargarán de contestar.

(Leticia Acosta)

XIX

Quién canta en el fondo del agua
en la laguna abandonada?
Al estar abandonada
Cantan las ranas.

(Alejandra Sánchez)

De qué ríe la sandía
cuando la están asesinando?
Del placer de ser cortada
Para que pruebes su tajada.

(Claudia Romero)

XXII

Ayer, ayer dije a mis ojos
cuándo volveremos a vernos?
Cuando el tiempo decida cruzarlos.

(Paola Manzanelli)

Ayer, ayer dije a mis ojos
cuándo volveremos a vernos?
Cuando nos encontremos.

Ayer, ayer dije a mis ojos
cuándo volveremos a vernos?
Fue ayer también
cuando pregunté a mis labios
cuándo volveremos a besarnos?

((Vanina D´Angelo,
Nadia Cejas)

Ayer, ayer dije a mis ojos
cuándo volveremos a vernos?
Luego de un dulce descansar
aliviado de toda pena.

Ayer, ayer dije a mis ojos
cuándo volveremos a vernos?
Cuando el agua me deje abrirlos.

(Leticia Acosta)

X

Qué dirán de mi poesía
Los que no tocaron mi sangre?
Sangre de un poeta
nunca han de tocar.

(Paola Manzanelli)

XXVIII

Por qué no recuerdan los viejos
las deudas ni las quemaduras?
Por los dolores y marcas
que la vida les dejó
a lo largo del camino.

Por qué no recuerdan los viejos
las deudas ni las quemaduras?
Porque los viejos se vuelven apáticos.

(Guadalupe Cabrera,
Claudia Montero,
Fernanda Oliva)

Por qué no recuerdan los viejos
las deudas ni las quemaduras?
Porque ambos le causan dolor?
Porque en la vejez tienen muy pocos recuerdos de su vida?

(Rosana Soto)

I

Por qué los árboles esconden
el esplendor de sus raíces?
¡Porque sus raíces están
tan esplendorosas!

(Alejandra Sánchez)

Por qué los árboles esconden
el esplendor de sus raíces?
Porque están plantados.

Por qué los árboles esconden
el esplendor de sus raíces?
Así como el sol se esconde detrás de la nube!

(Vanina D´Angelo,
Nadia Cejas)

XXV

Por qué viven tan harapientos
todos los gusanos de seda?
Porque la seda que fabrican es para personas banales.

Por qué viven tan harapientos
todos los gusanos de seda?
Porque no están acostumbrados a la moda.

(Guadalupe Cabrera,
Claudia Montero,
Fernanda Oliva)

XLIV

Dónde está el niño que yo fui
sigue adentro de mí o se fue?
Tal vez se fue tras sus sueños?
O quizás está dormido
en el sueño de la indiferencia?

(Rosana Soto)

2)      Escrituras a partir de la lectura del poema “Desconfianza” de Camilo Blajaquis, tomando el poema como modelo, respetando la forma y el tono desafiante.

¿Y si mi presencia inquieta todos tus planes, me recibirías?
¿Y qué onda si soy un caso muy extraño, me extrañarías?
¿Y si quedo en eterna agonía, me matarías?
¿Y si te devuelvo con abrazos todas tus piñas, me abrazarías?
¿Y si mis odios no te tienen en su lista, me pondrías a mí en tu lista?

(Alejandra Sánchez)

¿Y si no me extrañás, por qué esperaste tanto tiempo?
¿Y si no me buscás, por qué te encuentro en cada mañana?
¿Y si no te sigo más, algún día volveré a verte?
¿Y si no amara por sentir tanta tristeza?

(Vanina D´Angelo,
Nadia Cejas)

¿Y qué pasa si no te hago la torta?
¿Y qué onda si soy orgullosa?
¿Y qué si no te quiero más?
¿Y qué si no te quiero dar?
¿Y qué onda si me preguntás y no quiero responderte?

(Claudia Romero)
¿Y si me pongo a bailar sobre tus camisas?
¿Y si te niego el almuerzo que sacia tu hambre?
¿Y si mi corazón rechaza tu consuelo?
¿Y si te devuelvo con gritos tus palabras?
¿Y si mis oídos ignoran tus preguntas?

(Rosana Soto)

¿Y si suelto tu mano, me dejarías?
¿Y si te miento y yo lo creo?
¿Y si te doy odio con abrazos?
¿Y qué si sos un mal necesario?
¿Y qué si no quiero creerme?

(Paola Manzanelli)

¿Y si estoy triste, me alegrarías?
¿Y si me negás tu sonrisa, me matarías?
¿Y si me tiro al río, me rescatarías?
 ¿Y si te devuelvo tu maldad con mi alegría?
¿Y si te dejo sin mi presencia, me olvidarías?

(Guadalupe Cabrera,
Claudia Montero,
Fernanda Oliva)


¿Y si volviste a fallar hoy, por qué llorás?
¿Y si termino con todo esto?
¿Y si te digo ya no te amo, me dejarías?
¿Y si hoy ya no me importase ni un poco tu dolor?
¿Y si las lágrimas se fuesen conmigo, me seguirías?


(Leticia Acosta)


3) "Ni un verso menos"


Decálogos en el aula

Registro N° 1-Decálogos.

Esta actividad la realicé con el curso 4°3° de Secundario. El objetivo de la actividad era trabajar el género instruccional, leyendo los “Decálogos del escritor” de Horacio Quiroga, Juan Carlos Onetti y Augusto Monterroso. Luego de leer los Decálogos todos en clase, analizaríamos los aspectos formales y las características de los mismos: cómo están construidos, a quiénes están dirigidos (a futuros escritores), el uso del “Tú”, en vez del “vos”, el uso del modo imperativo, el uso de las negaciones, etc. A partir de la lectura y del análisis de estos aspectos, los estudiantes escribirían el “Decálogo del peor profesor” y el “Decálogo del peor alumno”, los escribirían por grupos (el curso consta de 16 alumnos, esa clase faltaron seis, por lo que lo hicieron en grupos de dos y tres personas). Al principio algunos estudiantes no comprendieron la consigna, no sabían cómo escribir, en qué estilo, yo les dije que tomaran como modelo los decálogos que leímos, que se fijen cómo está escrito, que alguien le está dando consejos a  un “otro”. En la consigna ese “otro” es alguien que podría ser un “peor profesor”, o un “peor alumno”. Les sugerí que pensaran en el peor profesor que tuvieron, o algún compañero que no sea un ejemplo de un “buen alumno”. Así lo entendieron mejor, lo relacionaron con algo bien concreto, me dijeron “Ay, sí, el profesor de matemática que siempre llega con olor a chivo”.
En esa clase los estudiantes leyeron y escribieron, fueron producciones muy interesantes. Pero la hora pasó volando y no pudimos corregir, la lectura de esas producciones en clase y la corrección tuvimos que hacerla en la clase siguiente, donde los alumnos leyeron los decálogos de los compañeros y los corrigieron, como en una especie de “Taller de escritura”. Lo que más se corrigió fueron repeticiones de palabras, el cambio de registro del informal al formal, del “vos” al “tú” y el cambio del modo declarativo al imperativo, entre otras cosas. Fue interesante que los estudiantes pudieran ponerse en posición de “críticos” y “correctores de estilo” de sus compañeros. También se originó un debate sobre si la palabra “cagar” de uno de los Decálogos de los chicos debía estar o no en “No tienes que dejar salir ni para cagar”, la mayoría de los estudiantes concluyó que esa palabra no estaba de más, que le daba un “sentido cómico” al Decálogo, y que funcionaba como una hipérbole o exageración ya que “este profesor era muy, pero muy malo…es el peor profesor”.
Mi reflexión como docente es que esta actividad los movilizó a todos y los hizo participar. Se divirtieron leyendo y escribiendo sobre el peor profesor y el peor alumno.
Pudieron escribir creativamente, utilizando la lectura como modelo de escritura, no para repetir o reproducir, sino para reflexionar sobre la misma y lanzarse a escribir desde la subjetividad de cada uno.
Estas fueron algunas de las producciones que surgieron:

Decálogo del peor profesor

            I
Cuando tengas algo que decir, guárdatelo.
            II
Aplaza siempre a tus alumnos.
            III
Llega siempre tarde.
            IV
No te bañes: cuida el agua.
            V
Falta seguido.
            VI
Entra al aula con olor a cigarrillo.
            VII
Ten mal vocabulario.
            VIII
Trata mal a los estudiantes.
            IX
Usa ropa sucia.
            X
Tienes que estar con el celular toda la hora.

(Magalí Balbuena-Luciano Sayago)


Decálogo del peor profesor

            I
Si mal profesor quieres ser, olor a chivo debes tener.
            II
Con olor a mecánico sucio, tarde debes llegar.
            III
Muchos trabajos tienes que dar y poco tienes que explicar.
            IV
No tienes que dejar salir ni para cagar.
            V
A los alumnos tienes que insultar.
            VI
Amonestaciones por nada tienes que poner.
            VII
Pruebas sorpresa tienes que tomar.
            VIII
Bullying a los estudiantes tienes que hacer.
            IX
A las alumnas tienes que criticar y molestar.
            X
Pesado tienes que ser.

(Marcelo Grispo-Alan Rodas)


Decálogo del peor alumno

            I
Siempre debes faltar el respeto a tus profesores.
            II
Peléate con tus compañeros y somételos.
            III
Nunca escuches lo que te digan.
            IV
Siempre fuma mientras que estés en clases.
            V
Enójate, golpea las sillas y rompe las mesas.
VI
Roba siempre a tus compañeros y preceptor.
            VII
Nunca dejes de ser egoísta con tus amigos.
            VIII
Nunca traigas tus útiles u otras cosas de utilidad.
            IX
Siempre debes estar con tu celular.
            X
Debes faltar a clase y nunca debes estudiar.

(Nicolás Mamani-Iván Villagra)

            
Decálogo del peor alumno

Si mal alumno quieres ser:
            I
Gritar al profesor debes hacer.
            II
Tarde debes llegar, o…
            III
al colegio debes faltar.
            IV
Con tus compañeros tienes que pelear.
            V
En el baño debes fumar.
            VI
Las tareas no debes realizar.
            VII
Basura en el recreo debes tirar.
            VIII
El colegio debes incendiar.
            IX
Papeles debes quemar.
            X
Piedras al auto del director debes tirar.

(Marcelo Grispo-Alan Rodas)


lunes, 9 de noviembre de 2015

ANIMISMO

Yo no sé si las cosas tienen alma, si dicen sin hablar. Lo único que sé es que a los seis o siete años podía entrar en ellas, sentir como si fuera ellas mismas, su rostro en un pedazo de papel o de cartón.
  No todos pueden conocer este pequeño secreto, esa unión poética y mística con lo que nos rodea. Algunos lo ignoran, o pretenden ignorar.

Mi primera memoria del llanto que me unió a estas cosas fue a los seis o siete años, mis ojos de niña curiosa se concentraron en una pequeña lata, devastada y arruinada cerca del árbol, frente a la casa de mi infancia. Ya muy arruinada estaba la pobre para que alguien más la pisoteara y empujara. ¿Era realmente necesario? 
En ese instante comprendí la maldad.

Las lágrimas caían en mis labios, el agua salada empañaba mis ojos, pero quería ver de qué estaba hecho el mundo, ese mismo donde alguna vez me sentí protegida. El mundo era también esto otro. Y el hombre también.

Años después escribí poesía para comunicarme con las cosas, y con los hombres, aunque no sé si realmente para comunicar, sino para atravesar las cosas, atravesar los hombres y el mundo por medio de las palabras.

Si la poesía tiene alma, las cosas también la tienen que tener.

En ese instante comprendí la belleza y la bondad.

domingo, 8 de noviembre de 2015

DECÁLOGO DEL PEOR PROFESOR DE LITERATURA *


1
No te permitas expresar lo que sientes o piensas porque seguro estará mal.

2
No leas a los escritores contemporáneos ya que, contaminados por los medios masivos de comunicación, desconocen la bella gramática de los clásicos.
3  
No animes a leer a tus alumnos pues terminarán siendo como tú: una pobre persona.
4
No importa lo que escribas, solo preocúpate que suene bien.
5  
No incentives a tus estudiantes a escribir o crear algo nuevo, después de todo, eso ya alguien lo pensó o imaginó.
6
Cuando leas las producciones de tus alumnos, limítate a concentrarte sólo en la primera línea, ella te dará la pauta de todo.
7
Cuando tengan que interpretar un poema, dale una lista de tres significados del mismo y limítate a contar sílabas con tus alumnos. Ellos deberán contestar la respuesta correcta, cual multiple-choice.
8
Pregúntate internamente “¿Está todo inventado?” Y, de este modo, sentirás que el mundo de los ignorantes te entiende a la perfección.
9
Improvisa los contenidos porque este arte te hace ocioso y maquiavélico con tus semejantes.
10
Nunca reconozcas cuando te equivoques. Ellos son los que siempre cometen errores.
11
Pronuncia aquellas frases célebres que se grabarán en la memoria de los alumnos y serán recordadas como las primeras palabras de los grandes: “¿Cómo se atreve?”
12
Cuando la situación del aula te atrape en su locura, no dudes en descargar sobre tus alumnos esa larga lista de improperios tan cuidadosamente atesorados a lo largo de esta infructuosa profesión.
13
Escucha las palabras indebidas que, a veces, manifiestan tus alumnos, para que te contagien y las puedas pronunciar.
14
Cambia el destino de tus alumnos con la magia de esta oración construida dentro de la norma de la perfecta gramática: “No te da la cabeza”.
15
El mejor pensamiento es creer que ningún discípulo puede llegar a ser tan bueno como tú.



* Este Decálogo fue escrito con otras Profesoras de Lengua y Literatura en el Curso "Escribir como lectores en la Escuela Secundaria", Capacitadora: Luciana Rubio.